martes, 17 de agosto de 2010

Lo que siento

¿Dejaste de amarme? Quizás sea un idiota al pensarlo, pero no puedo evitarlo. Llegaste para sorprenderme y destruir lo que parecía tan sólido; mi seguridad.

¿Lo habrás notado? Yo creo que si. En tu carita, linda e ingenua se refugia una astucia inconsciente. Temible. Has destruido lo que parecía inquebrantable; mi convicción.

¿Has pensado en lo que pasará? Yo no me atrevo. Ya no. Y no quiero siquiera pensar en intentarlo. Has destruido lo que parecía imposible; mi valor.

¿Qué es lo que quieres? No logro descubrirlo. He tratado de verlo, pero me has cegado desde el comienzo. Has clavado agujas torcidas y dolorosas en la roca que no tiene nombre.

Lograste lo inlograble, y temo que te agrade. No puedo describir lo tormentoso que veo el mar en éste minuto, ni como la luz del faro se hace cada vez más tenue.

¿Por qué llegar a esto para verlo? Pues, porque los humanos somos seres complicados, y nos gusta complicar las cosas. Algo sin esfuerzo nos parece vacío; barato.

Te daré en el gusto, como siempre. Pero no me quedaré tendido.
Haré lo que deba... y haré que pase.

 

Cap. Gado
F.G. 20101708

domingo, 15 de agosto de 2010

Nunca es tarde

- es para ti - dijo con amabilidad casi paternal, a pesar de ser un extraño para ella.
- me han enseñado a no recibir nada de un extraño. - Fue la respuesta de la niña, luego de una vacilación casi eterna. Se sentía incomoda por la situación, pero afortunada también. No todos los días alguien recibe un perfume costoso como presente sin haber más motivo que la amabilidad.

- lo cual está muy bien, querida. Veo que tu madre ha hecho un trabajo formidable contigo, así como en ti. Te pareces mucho a ella. - esas últimas palabras eran más para si mismo que para la niña, como si recordara algo del lejano pasado.

La niña detectó cierta pena en esas últimas palabras. Y ella misma se vio inmersa en una extraña angustia. No puede ser tan malo después de todo; pensó.

- y si te dijera quién soy ¿seguiría siendo un extraño? – su tono era tentativo, como si temiera presionar demasiado.

Y la venda cayó al piso. Ella sonrió con aprensión y tomó el presente.

- No será necesario, papi – dijo mientras rodeaba su cuello en un cálido y profundo abrazo, al tiempo que un manantial de lágrimas brotaba de sus ojos – te extrañe mucho…

- Feliz cumpleaños mi chiquitita…

 

Cap. Gado
F.G. 20101508