lunes, 1 de agosto de 2011

24

¿Y bien?
- Hoy le habló. -

Su rostro no pudo ocultar la sorpresa.

No sé si pensar que fue pronto, o que tardó demasiado.
- Pero eso no es todo, le habló más de una vez. -

Su expresión era evidente.

- Primero le dijo que lo extrañaba tanto como él a ella, que le hacía mucha falta y que le apenaba verlo de esa manera. Que no podía ignorarle por más tiempo y que lo amaba; pero que no podía volver a hablarle. Para él fue sorpresiva la situación. Confesó que se había rendido, pero ella -como pocas veces- dio el paso antes. -

Imaginé que sería diferente, me sorprende que no se rindiera antes. Bien, continúa.

- Luego le dijo que debían hablar otra vez, y pronto. Que había cosas inconclusas que debían aclarar. -

Deja que adivine. Él asintió. No puede controlar los deseos de verla, abrazarla o besarla. Luego de la emoción inicial cayó en cuenta de lo que había aceptado. Comenzó a entender que no todo podía ser bueno, y que su amor, por grande que sea, podría no salvarle.

Ahora se cuestiona lo que antes le convencía tan firmemente. Le atormenta lo que sucederá, y teme tener que cumplir su palabra.

Le duele profundamente saber que en el fondo puede que tenga razón. Saber que las cosas no serán como soñaba, y que por más que quiera seder, no podrá hacerlo.

La ama fuertemente, de eso no hay duda. 
- ¿Y ella a él?

Es una de las interrogantes que ni siquiera yo me atrevo a intentar responder.



Cap. Gado
F.G.20110108

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